EL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE JÓDAR. Datos para su historia.
Ildefonso Alcalá Moreno
Cronista Oficial de la ciudad de Jódar
La historia de los archivos es una de las parcelas olvidadas de la archivística española. Sobre los archivos municipales han aparecido algunas aportaciones bibliográficas de recopilación, desde los clásicos estudios de A. Millares Carlo hasta la obra reciente de J. Cerdá Díaz. Sin embargo podemos afirmar que no existe ningún análisis de conjunto sobre la situación de los archivos municipales en la Edad Moderna .
Los archivos locales sufrieron su mayor pérdida, en cuanto a documentación antigua se refiere, a raíz del asalto e incendio del castillo y Villa, en enero de 1520, con motivo de la Guerra de las Comunidades y del enfrentamiento familiar entre las dinastías Carvajal y De la Cueva. Este hecho provocó la desaparición del propio Fuero de Jódar y sus confirmaciones reales, por lo que tuvo que ser rehecho en base a informes testificales.
El documento más antiguo conservado se remonta al año 1557 y corresponde a una carta de censo, estando muy mermada la documentación correspondiente al siglo XVI. Uno de los documentos más importantes para reconstruir la historia de cualquier entidad de población, son los libros de actas o capitulares, de los que del siglo XVII sólo se conserva uno del año 1641, desapareciendo el resto en época reciente.
Los desórdenes y el mal cuidado del archivo provocaron la desaparición de documentación, unas veces por conveniencia y otras por desidia, las más. En 1685 no había ni escribano, por lo que el que lo sustituía había desorganizado el archivo. La falta de seguridad del mismo, hizo que la documentación más importante o sensible para los intereses del municipio se guardase en la Capilla de Santa Catalina o de los Marqueses en la Iglesia de La Asunción, la existencia del mencionado archivo se documenta desde el año 1633, cuando se dice que en el mismo se guardaba el Fuero de Jódar “y otros documentos importantes”.
En 1707 el cabildo acuerda que Francisco de Herrera, escribano que fue del Ayuntamiento, “ponga en el archibo todos los rexistros y papeles q en su poder tuviese pues fue mas de veinte años el escribano del concejo so pena de cinqta ducados aplicados para obras publicas, los ponga divididos y de manera q esten en cuadernos aparte, lo que tocase a Ynventarios qtas y Particiones de menores: Pleitos Criminales, zibiles ejecutibos: Libros y papeles de la Villa, todo en cuadernos a parte con sus Rotulos y digan lo que contienen dhos Cuadernos y legajos, y asimismo los registre de su tiempo Poniendolo todo con buena distinción y claridad como es obligado esto por qto se avia allado todos los papeles de el rebueltos unos con otros y de forma que si se quiera buscar algunos papeles no se allan ni se puede dar con ellos por las razones referidas y estar juntos con los antiguos”. El 22 de enero de 1708 se encarcela al escribano Francisco de Herrera “por tener en su poder cantidad de escripras sin llenar ni firmar y otros instrumentos”, siendo sustituido por José Ibáñez Salcedo. A finales de año el privilegio es llevado a Madrid por Juan Manuel Verdejo y Aguilar para su confirmación, devolviéndose con tres hojas más el 7 de septiembre de 1709.
La rapiña del Corregidor Pedro de Viergol y Velasco, y los desmanes cometidos durante su mandato, hacen que ante la condena que cae sobre el Corregidor se acuerde el 5 de marzo de 1709, por el Instructor Miguel Morillo de Vargas, que los “papeles privilegios del Conzejo de esta vª se enzierren y guarden en el archibo bajo de tres llaves…aziendo Ynventario de los privilegios papeles y demas ynstrumtos que se enzerrasen en dho. Archivo…q se agan libros de penas de camara gastos de Jusª Visita de Carzel y de entradas y salidas de presos”. Otro de los problemas que tuvo que afrontar el archivo, además de la falta de cuidado, era el mal estado del edificio que albergaba las Casas Capitulares, que en 1710 estaban ya resentidas “con notable perjuizio a los papeles que ai en ellas”. El 20 de marzo de 1713 se vuelven a guardar los privilegios en el archivo de la Iglesia, realizándose inventario del mismo. Se dice que el archivo estaba labrado en piedra con las puertas de hierro y dos llaves. El 19 de diciembre de 1720 se depositan en el archivo de la Iglesia los Reales Privilegios de 30 folios de pergamino y 4 de papel, las ordenanzas de 22 folios útiles con sus forros y la venta de la Dehesa de Miramontes y tierras baldías con 24 folios útiles.
En 1721 se tuvieron que sacar los papeles de archivo depositándolos en la casa que Ginés Gómez poseía en la misma Plaza, “para evitarles el posible hundimiento del tejado”. En 1722 continuaba depositado en el anterior domicilio el archivo; se decía que “con poca seguridad”, por lo que se acuerda su traslado a la casa de Antón de la Plaza “a ser a proposito pª la seguridad de dhos. Papeles como tener extensión pª celebrar los ayuntams”, ya que las Casas Capitulares seguían cerradas por ruina. El 12 de mayo de 1724 se depositan en el archivo de la Iglesia los Reales Privilegios originales, un testimonio de los privilegios de Alcalá la Real, una Ejecutoria favorable sobre la exención de alcabala, la venta de tierras baldías y las Ordenanzas.
El 13 de enero de 1735 Diego de Carmona, Regidor, entrega una llave del archivo de la Iglesia la cual recibió José de Lucena, acordándose el 25 de enero el reconocimiento del mismo, que se verificó el 4 de febrero, el mismo se encontraba en la sacristía, abriéndose sus puertas “se sacó de dho. Archibo una arquita de madera en la cual se encontraron los documentos siguientes: la escriptura de benta de las tierras Baldias exidos de san Sebastián y san marcos y propiedad de la dehesa de miramontes en veinte y cuatro folios. Una executoria del real consexo de azienda sobre posesion de alcabalas a fabor de los Bezinos en treinta y siete folios. Una real probision de la Chancillería de Granada su fecha de dies y siete de marzo de mil setecientos y veinte y ocho sobre alcabalas. Dos reales probisiones de veinte y siete de enero y diez y nuebe de febrero del año de setecientos y dies y siete sobre obserbanzia de pribilexios. Dos poderes del Comun al Síndico para el segimiento de alcabalas. Las ordenanzas orixinales Aprobadas por real consejo en veinte y dos folios. Los reales privilegios desta villa escritos en treynta fojas de pergamino y tres de papel en qe esta escrita la confirmación de Nuestro Rei q Sr Dn Felipe quinto que Ds guarde con sus forros de pergamino y su sello de plomo pendiente En un cordon de seda de colores todos los cuales instrumentos se volvieron A poner en la espresada arca epzeto las ordenanzas que pidio el Sindico dejando como dejo rezibo de ellas para zierta diligencia del bien comun y se volvieron a archivar zerrando con las dos llaves que tomo la que le pertenece al dho. Sr prior y la del Conzejo”.
El 31 de mayo de 1732, vuelve a reconocerse encontrándose, además de lo anterior, un recibo de Bartolomé Prieto en el que decía que tenía en su poder: los Reales Privilegios originales, una carta ejecutoria del Real Consejo de Hacienda ganada en 1674 sobre las alcabalas, dos provisiones de la Real Chancillería de Granada sobre la observancia de los privilegios fechadas el 7 de abril de 1717 y el 19 de febrero de ese año, otra provisión para intentar cobrar alcabala de espartos, lana y seda de 1728, un testimonio de los privilegios de Alcalá la Real de noviembre de 1716, las ordenanzas originales, instando a Bartolomé Prieto a que los reintegre los antes posible.
Mucho tuvo que esperar la ruina del edificio capitular hasta que se aprobó una partida de reparación que hizo que a ellas se trasladase de nuevo el archivo, así hasta el año 1742, en que el escribano hizo presente que la sala alta, donde estaba el archivo, se encontraba a la intemperie al haberse roto el techo por el desplome de una viga de madera, pidiendo su reparación.
Nada debió de hacerse, pues en 1743 todavía se seguía pidiendo la citada reparación. El 2 de septiembre de 1750 se informa e insta al Párroco de que los documentos que poseía sobre la fundación del Pósito “y que parece no quería enseñar” a pesar de varios requerimientos, los muestre al Ayuntamiento. El 30 de diciembre de 1761, se vuelven a guardar los Reales Privilegios concedidos por el rey Carlos III, en el archivo de la sacristía de la Iglesia con un certificado del escribano Romero, que afirmaba que el archivo “tiene puertas con planchas de hierro” cerrándolo con sus llaves, que se guardaron en el archivo eclesiástico “que haze cabeza aun banco de dha. Sachristía”. En Cabildo del 23 de diciembre de 1771, se decía que una caótica situación de ruina amenazaba el edificio del Ayuntamiento, avisándose al Intendente del Reino de tal situación, afirmando entre otras cosas “que estaba para perderse el archivo de papeles”. No es hasta 1772 cuando se repara y se le coloca una reja, para mayor protección. En el Cabildo abierto de 9 de octubre de 1791 se dice que comenzó dicho acto con la visita de los Capitulares y el escribano a la Iglesia para ir al “archibo de tres llabes que ay con vanderas de yerro en la sacristía de ella se saco un cuaderno escrito en Pergamino Pendiente de cordones de seda un sello de plomo qe contienen todos los Pribilexios concedidos a esta Villa y sus Vecinos con las Confirmaciones qe de ellos se han ganado de los Señores Reyes Catolicos de españa…”. Con el hundimiento y ruina total del edificio son trasladados los documentos del archivo a la casa del escribano, donde permanecen hasta 1815, sufriendo grandes pérdidas –aseguran- durante la Guerra de la Independencia. Una vez formado inventario se trasladan al arca de tres llaves de Propios, que también estaba en el citado domicilio.
Peor suerte corrieron los papeles del Pósito, que aseguran fueron totalmente destruidos por las tropas francesas. El 15 de junio de 1821 es trasladado el archivo al nuevo edificio consistorial, el actual, guardándose en un arca de tres llaves. El 16 de agosto de 1824 se hace inventario de los libros capitulares y papeles que debían remitirse a Jaén, para comprobar actuaciones políticas durante el Trienio Liberal, el 15 de enero de 1825 se vuelve a acordar el envío de los citados documentos “del tiempo de la revolución” a la capital.
En 1831, se construye una habitación para archivo, pues “por la falta de dho. Archivo se han extraviado muchos y estaban expuestos a perderse con frecuencia”, se refería a los papeles o documentación del mismo.
El 18 de febrero de 1835 son quemados públicamente en la Plaza, todos los documentos relacionados con el Trienio Liberal, aunque finalmente sólo se arrojaron los correspondientes a la Milicia Nacional. Poco debió durar el orden del archivo, pues en 1839 se dice que el mismo carecía de inventario “debido a su abandono y desorden”, cesándose al secretario Manuel María Moreno por esta causa, al no cumplir el artículo 65 de la ley de 3 de febrero de 1823, que obligaba a realizar inventario de los archivos.
El 7 de diciembre de 1840 se decía que en arca de tres llaves estaban guardados los fondos de contribuciones. El 3 de julio de 1842 el maestro Juan Muñoz, pide que se saque de su domicilio los papeles de la escribanía de José Aparicio, fallecido en 1834, respondiendo el Ayuntamiento que no tenía sitio para guardarlos, finalmente se trasladan en 1847 sólo los protocolos notariales. El 12 de marzo de 1847 se insta al notario Cayetano Ortega a que haga un inventario de todos los documentos que existiesen en la escribanía, con sus números de hojas y faltas.
En 1848 se afirmaba que había “un gran abandono de la escribanía por falta de funcionario metiéndose fuego en el día de ayer”, acordando el Ayuntamiento el traslado definitivo de todos los papeles, con un expediente “con la noticias que puedan sacarse de los documentos o legajos protocolos”, amontonándose en una habitación con tres llaves, en el propio Ayuntamiento tras su traslado el 11 de junio de 1849, informando el 17 de marzo que el archivo de Consumos se destruyó “por los facciosos” en las Guerras Carlistas. De este traslado se conserva un curioso Inventario del Archivo que decía: “13 legajos del siglo XVI de 1541 a 1549 muy deteriorados. 36 legajos del siglo XVII de 1600 a 1697. 13 legajos del siglo XVIII de 1700 a 1790. Faltan hojas. 10 legajos desde 1800 a 1848”.
El 28 de enero de 1854 se dice que no existían “en el archivo actas y ordenamtos de nuestras antiguas Cortes, asi como los fueros, colecciones de costumbres y usages”. La estabilidad y seguridad del archivo duró poco, pues en 1875 se ordena colocar una puerta con cerradura en la habitación y en el arca.
El 10 de abril de 1883 se concede una Biblioteca Popular de 260 volúmenes.
A finales del siglo XIX, surge la figura de Luis Blanco Latorre, primer Cronista, que también fue secretario del Ayuntamiento y Alcalde en funciones. Su afición por la investigación histórica le lleva a ir recopilando noticias obtenidas del archivo, reuniéndolas en su libro “Crónicas de Jódar”, hoy desaparecido. El 29 de enero de 1892 da cuenta del hallazgo en el archivo, del Vínculo o fundación de Jacinta Aguirre para la creación de un hospital, gracias al cual se pudieron recuperar terrenos para la construcción del mismo, pidiéndole que investigara sobre la propiedad de la Dehesa de Peña Rubia a los Propios. En 1895 el Ayuntamiento le nombra un auxiliar de secretaría, para que le ayude en las tareas de trascripción documental.
En el Inventario Municipal de bienes de 1902 se dice que en la habitación del archivo había: dos globos de alambre para el sorteo de soldados, 6 arquillas de madera para las elecciones, 4 urnas de cristal para las elecciones, un arcón de madera para custodia de fondos, una colección de pesas y medidas del sistema métrico decimal de todas clases, una caja de madera fina con una colección de pesas de metal desde el kilogramo al miligramo, una caja con un metro de metal dorado y una caja con un metro de madera con litro dorado.
Este breve periodo de orden y estima hacia los contenidos del archivo, se diluye cuando en los años 20 del pasado siglo, parte del archivo se traslada al propio depósito carcelario, sufriendo importantes pérdidas durante la construcción del nuevo edificio del Ayuntamiento entre 1926 y 1927.
Otra razón de la pérdida documental, fue también la de carácter político, así existen grandes lagunas, sobre todo en actas, coincidentes con cambios de régimen político, sobre todo de finales del XIX, y ante el advenimiento de la Dictadura de Primo de Rivera. En el Inventario de 1931, vemos como se consolida el uso como almacén del archivo. En la Guerra Civil el archivo fue utilizado para guardar parte de lo conservado del archivo parroquial y del Juzgado, así como la platería de la Iglesia, que se guardó entre sus legajos. Durante la dura posguerra, ante la escasez de papel, grandes bloques de legajos fueron vendidos para su reciclaje.
Durante sus vacaciones y tiempo libre el Galduriense Narciso Mesa Fernández, fue ordenando precariamente el archivo y tomando notas de infinidad de documentos, muchas de ellas fotográficas, lo que le valió su nombramiento como Cronista Oficial de la ciudad en sesión del 29 de septiembre de 1951, realizando una “Monografía histórica de Jódar”. En la sesión de 15 de diciembre de 1953 entre las obras de mejora del edificio municipal se acuerda la construcción de un archivo. El 26 de mayo de 1954 es nombrado encargado del archivo Guillermo Barroso Navarro con un sueldo de 2.250 pesetas.
En 1963 se decía: “un caótico estado en que se halla el archivo, lo que con demasiada frecuencia obstaculiza gravemente el trabajo burocrático a cargo de las distintas dependencias”. Con la construcción del nuevo edificio del Ayuntamiento a partir de 1966, se traslada parte del archivo a las dependencias del Matadero Municipal, quedando empaquetado sin orden, siendo utilizados dichos paquetes para las actividades propias de ese lugar, desapareciendo por la humedad o el fuego, los legajos que mas a mano estaban, sin ningún tipo de examen o control.
Finalizadas las obras en 1967, el archivo se traslada a la última planta del edificio, dotándolo de estanterías de madera, pero el traslado se hizo con tal rapidez, que dichas estanterías estuvieron vacías durante veinte años y todos los legajos amontonados en el centro, en los propios paquetes, desapareciendo importantes legajos, como el Catastro del Marqués de la Ensenada o el Concordato entre Jódar y el Conde de Salvatierra, muchos de ellos supuestamente para adornar estanterías privadas de domicilios particulares, que ni siquiera lograban leerlos, ni conocían su importancia histórica, solo la belleza de su encuadernación en pergamino o su antigüedad.
A partir de 1987 se inicia un lento proceso de sensibilización por parte del Ayuntamiento, comenzando una etapa de adecuación, ordenación e inventario del archivo, con dotaciones de mobiliario acorde, exposiciones, visitas guiadas…, periodo que quedó interrumpido en 1995, volviendo el desorden al mismo, debido a la falta de personal y al escaso espacio disponible para el volumen documental que generaba la propia institución. En el año 2000 el archivo es trasladado a nuevas dependencias y edificio, junto a la Biblioteca Pública Municipal, en la Casa de la Cultura, siendo nuevamente ordenado, creándose el archivo de uso administrativo en la misma sala que ocupaba el archivo histórico antes –en el edificio del Ayuntamiento-, ambos espacios han quedado en la actualidad saturados, necesitándose adecuar nuevas salas para su ampliación. La falta de personal hizo que el mismo quedase desordenado nuevamente hasta la provisión de personal en 2005, lo que hizo que quedasen ordenados ambos archivos: el histórico y el de uso administrativo, necesitando de una urgente informatización y ampliación.
A comienzos de 2007 se vuelve a nombrar, de manera definitiva y estable, el cargo de archivero municipal, que en la actualidad viene desarrollando el cronista oficial de la ciudad, adhiriéndose al programa POAM de la Diputación Provincial de Jaén, para la ordenación, catologación e informatización del archivo municipal de Jódar, tarea que supuso más de un año de trabajo y unas 3.000 cajas contabilizadas, dotando al archivo de nuevas estanterias, cajas y una nueva sala para ampliación. Durante esos años se realizaron gestiones para recuperar el Archivo de la Cámara Agraria, Falange, y el del Juzgado, gestiones que se han resuelto en los dos primeros casos. Hoy el archivo municipal ha iniciado un proceso de digitalización de documentos para asegurar su correcta conservación.
MILLARES CARLO, A.: Notas bibliográficas acerca de Archivos Municipales, ediciones de Libros de Acuerdo, y colecciones de documentos concejiles, Madrid: Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1952, 172 p.; Idem, "Notas bibliográficas acerca de Archivos Municipales, ediciones de acuerdos, y colecciones de documentos concejiles. Nuevas adiciones y rectificaciones", Revista de Historia de América, 44 (1957) p. 393-428; FERNANDEZ IZQUIERDO, F.: "Publicaciones recientes sobre archivos: guías, inventarios, catálogos, colecciones documentales y mecanización", Hispania, XLV: 161 (1985) p. 643-660; CAYETANO MARTIN, C.: Ensayo de bibliografía sobre Archivos Municipales Españoles, Madrid: Comunidad Autónoma, 1990, 158 p., y CERDA DIAZ, J.: Archivos municipales españoles. Guía bibliográfi
ca, Gijón: Ediciones Trea.
No podemos considerar como tal el breve texto de C. Cayetano Martín, "Archivos municipales en América y España (S. XV-XVIII)", aparecido en el Boletín de la ANABAD, XXXIX: 1 (1989) p. 3-14. La archivera madrileña es una las personas que mejor conoce el devenir de los archivos locales en España.