El día del Corpus, tras la solemne fiesta religiosa que cada año se celebra en una parroquia, es sacada en procesión la Custodia del siglo XVII, sobre un magnífico trono de plata y terminaciones en oro, regalado por la Adoración Nocturna en 1972, y obra de los hermanos Angulo de Lucena. El trono está adornado por cientos de claveles rojos y blancos que representan a los niños que han hecho la primera comunión. El cortejo lo abren estos niños y niñas, después va la sección de Tarsicios encabezada por su guión, y tras ellos la Adoración Nocturna, encabezada también por su guión. Rodean el santísimo infinidad de personas, alumbrando y cantando, también acompañan las cofradias y hermandades de la ciudad que instalan altares.

En el tradicional recorrido hay paradas adornadas con bellísimos altares. El suelo está lleno de juncia y mastranchos.

Son dignos de destacar los altares ideados por el vecindario. Los vecinos se esmeran en adornar su calles, cada año lo mejor posible, llegando a una competitividad. Los balcones están engalanados con banderas, mantones, tapices, ... Las calles están llenas de macetas.

Ya en el siglo XVI había una cofradía dedicada al Santísimo Sacramento y antiguamente se hacía su octava el Domingo siguiente el día del Corpus, por la tarde, alrededor de la plaza. La custodia era llevada por el sacerdote en la mano.

Los altares se situaban en la puerta del ayuntamiento, en la esquina de la calle San Fernando detrás del pilar, y en la esquina de la calle Juan de Mata, dándose la bendición al pueblo desde el altar de la puerta de la iglesia.