- .
Artesanía
EL ESPARTO
EL ESPARTO - . EL ESPARTO - .
Escucha este texto[Escucha este texto]

Entre recolecciones la industria del pueblo era la del esparto. Por una escritura de transacción y deslinde ajustada en 1848 entre la entonces villa y el Marqués de Jódar, propietario de gran parte del término, quedó a favor de aquella, como aprovechamiento comunal, todo el esparto que se criase en sus heredades lo mismo que el yeso y la leña muerta para cocerlo. La operación de arrancarlo y llevárselo a la casa incumbe al padre, ayudado de los muchachos, si el padre ha muerto lo sustituye en este trabajo la viuda, también a veces va la mujer casada, cuando su marido salió a ganar jornal y se ha agotado la reserva de materia prima. Salen muy temprano, el que no tiene burro transporta los haces de esparto a la cabeza. De regreso los cuecen en latas de desecho del comercio de petróleo con lo cual la maceración, que en agua a la temperatura ordinaria, exigiría muchos días y un capital en balsas o depósitos, se verifica en poco rato. Hervido el esparto, lo solean, después lo majan con mazas de madera en piedras grandes de pedernal, colocadas al aire libre, en la calle o corral, y por la tarde lo elaboraban convirtiéndolo en liá, soga, quizneja, bozal, pleita para esteras, capachos para las fábricas de aceite, cavadoras, aguaderas, felpudos, esparteñas, obias o agobias, etc. En el mismo día venden la labor hecha a una “tratera”, sea a precio de dinero, o en especie, pues las trateras tienen tienda de comestibles. Entre las más conocidas trateras destacaba a finales del siglo XIX “La Piquita”, a veces éstas adelantan a las familias el pan del día por las mañanas, para cobrárselo en esparto labrado por la noche.

El esparto que las trateras van adquiriendo en esta forma, no lo venden para el consumo, sino que lo ceden a los almacenistas de la ciudad que han de portarlo.

Al mismo tiempo que recolectan esparto por la mañana, procuran hacerse con un hacecillo de leña para las necesidades del día, por lo general los esparteros vivían en las cuevas, mientas que los hombres del pueblo eran jornaleros. Una aplicación que dan al esparto es la de combustible, otra es la de calzado, hasta la edad de diez o doce años, los muchachos llevan desnuda la cabeza, descalzos los pies, que es a lo que llaman “ir a casco”. Cumplida dicha edad comienzan a usar sombrero y calzado de esparto, que ya no dejan nunca. Se lo fabrican ellos mismos. Este calzado es de dos clases a saber: esparteñas (de trenza o quizneja cosida), y aubias, obias, agüias, o agobias (tejido unas veces de trenza otras de ramal). Las primeras duran más tiempo que las segundas, las cuales duran dos o tres días, pero de estas se puede fabricar un par en menos de un cuarto de hora.

La muerte del padre, no supone ningún cambio, sin embargo si se produce la de la madre, se produce uno muy grande, pues las viudas siguen sosteniendo la casa y criando a los hijos casi en iguales condiciones que antes, sin que apenas se note en la economía de la familia la falta del padre.

La gran exportación de este textil a Inglaterra entre los años 1870 y 1880 llevó la abundancia a Jódar, llegando los vecinos a tener ganancias dobles, no digamos los exportadores, aquí comenzaron a surgir los grandes capitales de Jódar, cuando se descubrieron los grandes atochales de Argelia la industria se redujo, descendiendo los precios al nivel antiguo. Sobre el año 1930 la industria del esparto alcanza su máximo apogeo en Jódar. Hay mucha inmigración de gente, procedente de Levante y Andalucía Oriental, llegan de Cieza (Murcia) especialistas en hilados de maromas para barcos. Por entonces había tres grandes fábricas, la del Plantillano, los Ortises y la de Juan Murciano, la primera era la más importante, trabajaban en ella unas cien personas, estuvo en funcionamiento desde 1925 hasta finales de los 50 del pasado siglo. Con la llegada del coco en 1934 temerosos los trabajadores de que esta fibra desplazara a la del esparto, se levantó el pueblo y como protesta quemaron las primeras balas que trajeron a la estación de Jódar. El apogeo de la industria llegó hasta 1959, empezando a llegar las nuevas fibras y las adaptaciones salariales más justas, lo cual provocó el hundimiento y la gran emigración a las zonas industriales de España, cerrándose las grandes fábricas y quedando solo los pequeños fabricantes para atender a las pequeñas demandas del mercado. En la actualidad solo se utiliza para la fabricación de objetos de decoración, destinados a turistas. En el “Museo de Jódar” hay una gran exposición con esta artesanía.

Las mayores también nos decían que: “Las industrias que hay en el pueblo son Fábricas de Hilados de Esparto y en Artesanía la fabricación de capachos para las fábricas de aceite. En las fábricas de hilados de esparto hay una sección de mazos para machacar el mismo y que emplea cuatro o seis obreros. Después ese esparto machacado pasa a las rastrilladoras que son cuatro o seis según la importancia de la industria y una vez rastrillado pasa a los hiladores que ayudados por muchachos de 15 a 16 años que son los que les dan a las ruedas, los hilan haciendo cuerdas de diferentes gruesos. Con este esparto hilado y en la misma fábrica hay una sección de fabricación de capacho hecho con estas cuerdas, siendo éstos últimos obreros trabajadores a destajo. El total de obreros que puede emplear una industria de las del tipo de Jódar es de 20 a 30.

En la artesanía la fabricación de capacho se hace con esparto de rama, por regla general las mujeres, entregándole la empresa capachera pesado el esparto y una vez hecha la obra, éstas obreras la entregan en el almacén abonándosele un tanto por cada capacho confeccionado. El tipo de carro que se usa en la agricultura es el de Ubio para un par de mulos. Coches no hay ni caballos de silla como tampoco mulos de silla”.

 

Labores que se realizan con el esparto.

En primer lugar se metía el esparto en albercas, dejándolo en remojo durante una semana; después se ponía al sol para secarlo, colocando los manojos de pie; una vez seco se pasaba por los mazos, trabajo que realizaban las mujeres, ya machacado los rastrilladores se encargaban de pasarlo por los rastrillos, labor que se realizaba a mano, hasta dejarlo como hilos.

El Hilado. Esta labor la realizaban los hiladores. El instrumental de trabajo es el siguiente: una rueda, a la que le daba vueltas un niño, que movía a tres garruchas, estas al dar vueltas iban liando el esparto afinado que el hilador iba poniendo. Cuando el hilo tenía cierta longitud se sujetaba de la punta por medio del ferrete, utilizando un aparato llamado gavia para corchar, es decir unir los hilos. Así de esta manera se podían fabricar filete, piola y maromas. Se dedicaban familias como los Curros, Guardillas, etc.

José María Balboa entrevistó a Salvador Díaz Rivera “El Guardilla” que habló un poco del oficio de hilador. Decía así entre otras cosas: “…Salvador, que nació en la calle del Jabón número veinticinco, hace 50 años, allí estuvo hasta los ocho años, después se casó con Valentina y tiene seis hijos. Es un hombre sencillo, con muchas inquietudes por todo lo que sucede en nuestro pueblo, como se refleja en sus poesías y coplas, en ellas se ve como siente a sus gentes, a sus campos, a sus tradiciones...

Su participación en festivales benéficos es amplia, allí cantaba flamenco y coplas. Son sus poetas preferidos Miguel Hernández y Federico García Lorca. Salvador cuando cumplió los veinte años emigró, como tantos Galdurienses, a Aragón, Navarra e incluso Suiza y Francia, esto le ha servido, según nos comenta, para querer, amar y sentir más a su tierra, como lo que ocurre a todos los que hemos estado lejos de ella.

Me cuenta algo de su vida de niño, por las circunstancias económicas fue muy poco a la escuela, asistió a la de Doña Isabel, que vivía al principio de la calle del Jabón, califica a esta maestra como una mujer mayor, después estudió en la escuela de José Antonio, que me cuenta era conocido como “El Peluso”; al poco tiempo dejó la escuela y comenzó a trabajar con su padre en los Hilados, dandole a la rueda, o yendo por esparto. Así comenzó a enseñarse a “hacer capacho”, estando con su madre en la Capachería de la “Cordia”.

No dejaba sus inquietudes culturales, y por la noche iba a la Escuela de Adultos, comenzando a escribir sentidas poesías que hablaban de las alegrías y penas, como su vida, que no había sido nada fácil….”.

El Filete. Para hacerlo se corchaban los hilos. Este se utilizaba para hacer capachos y capachetas, con dos caras y con una, o capachos con vuelta.

La Piola. Se corchaban tres hilos. Se utilizaba para los nervios de los capachos al coserlos y para hacer sogas.

Las maromas. Eran para barcos y se hacían con doce piolas.

La confección de capachos. En una devanadera se liaba el filete. En un plato de madera se metían unos alambres donde se hacía el fondo del capacho. En la rolina, que es un plato de hierro con una tuerca para apretar los alambres, se hace en primer lugar la espiguilla, pasando el filete de dos en dos alambres hasta hacer unas diez vueltas, y a continuación de uno en uno, así se termina esta pieza que luego se une a la que se hizo en el plato. Se cose la pieza hecha en la rolina y se le dejan los cordeles un poco largos para unir esta pieza a la hecha en el plato, pasando estos cordeles por donde estaban los alambres. En el plato se hace también la cara del capacho que luego se une a la anterior por detrás, cosiéndola con los mismo nervios de la piola; con los cabos restantes se hace la terminación.

Para la capacheta solo se hace una rolina y un fondo.

La Guita. Se hace con esparto crudo (remojado y sin machacar); consta de tres ramos de 1 ó 2 espartos cada uno. Se usa para coser pleita, capachos de aceituna, etc.

El Ramal o Madejilla. Se hace con esparto cocido y machacado. Consta de tres ramos con más espartos que la guita. Una vez hecho se liaba en madejas de doce brazas. Se usa para atar las mies, el ramón, etc.

La Pleita. Se hace con esparto remojado sin machacar. Consta de seis ramos de unos cinco espartos cada uno, su ancho es aproximadamente como la mano. Se usa para hacer espuertas, capachos para envasar aceituna, seras, serones, aguaderas, cimbeles, soplillos, barjas, etc. Se cose con guita y una aguja larga que recibe el nombre de lengua de vaca.

La Quizneja. Se diferencia de la pleita en que esta se hace con esparto machacado. Se usa para hacer las cubiertas de las albardas de los animales, barjas, soplillos, etc.

La Pleitilla. Es lo mismo que la pleita pero con menos espartos y más estrecha.

La Capacheta. Su forma es redonda. Se hace con esparto remojado. Consta de una sola cara que puede llevar un agujero u “ojo” en el centro, si no lo lleva se dice que la capacheta es “ciega”. Se hace con punto liso o de artana, siendo este último más flexible que el anterior; se termina con punto de guita. Se usan para las prensas de los molinos de aceite.

El Capacho. Es lo mismo que la capacheta pero por la cara posterior lleva unas seis vueltas.


ImprimirInformaciónMandarPDF
 Sistema 
Director, Diseño y Maquetación: Ildefonso Alcalá Moreno.

Contadores
Página confeccionada por Francisco Miguel Merino Laguna
Ver 2-12010204